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Su corazón estaba disparado, y comenzó a sentirse aturdido. Sabia que era
miedo, un miedo terrible. Continuaba inmóvil, con las manos extendidas hacia delante,
la mariposa posada.
«Me voy a desmayar de pavor», pensó.
«No te desmayes», dijo la voz.
Intentaba mantener el control, pero sus manos se habían quedado frías, y empezó
a temblar. La mariposa voló lejos, y él bajó los brazos.
«Arrodíllate», dijo la voz.
Él se arrodillo. No conseguía pensar en nada. No tenía adonde huir.
«Limpia el suelo».
Hizo lo que la voz dentro de su cabeza le mandaba.
Limpio una pequeña área de arena delante suyo. De modo que quedase lisa. Su
corazón continuaba disparado, y se sentía cada vez más aturdido, y pensaba que podía
tener un ataque cardiaco.
«Mira el suelo».
Una luz inmensa, casi tan fuerte como el sol de la mañana, brillaba a su lado
izquierdo. Paulo no quería mirar, simplemente quería que todo aquello acabase rápido.
En una fracción de segundos recordó la infancia, cuando le contaba las apariciones de
Nuestra Señora a los niños.
Acostumbraba pasar noches enteras en vela, pidiéndole a Dios que jamás mandase a la
Virgen aparecérsele a él, porque tendría miedo. Pavor.
El mismo pavor que estaba sintiendo ahora.
«Mira el suelo», insistió la voz.
Él miro hacia la arena que acababa de limpiar. Y fue entonces cuando el brazo
dorado, brillante como el sol, apareció, y empezó a escribir algo.
«Cree_ oyó decir a la voz _. Las puertas están abiertas por algún tiempo.»
Reunió todas las fuerzas que aun tenia.
_Quiero hablar _dijo en voz alta. El calor del sol parecía restaurar sus fuerzas.
No oyó nada, ninguna respuesta.
Una hora después, cuando Chris llegó (había despertado al dueño del hotel, y le
había exigido que la llevase en el coche hasta allí) , él seguía mirando el nombre escrito
en el suelo
Los dos observaron a Paulo preparar el cemento.
_Qué desperdicio de agua, en pleno desierto _se rió Took.
Chris le pidió que no bromease así, su marido aún estaba bajo el impacto de la
visión.
_He descubierto de donde es el pasaje _dijo Took _. Lo escribió el profeta
Isaías.
_¿Porque este pasaje? _pregunto Chris.
_No tengo la menor idea. Pero estaré atento.
_Habla de un mundo nuevo _continúo ella.
_Tal vez sea por eso _repuso Took _. Talvez sea por eso.
Paulo los llamó. La masa esta lisa.
Los tres rezaron un Avemaría. Después Paulo se subió a la piedra, puso el
cemento, y colocó encima la imagen de Nuestra Señora, que llevaba siempre con él.
_Ya está.
_Talvez los guardias la saquen cuando pasen por aquí dijo Took. Vigilan el
desierto como si fuese un campo de flores.
_Puede ser _respondió Paulo_. Pero el lugar queda marcado. Será, para siempre,
uno de mis lugares sagrados .
_ No_ replico Took _. Los lugares sagrados no son individuales. Aquí fue
dictado un texto. Un texto que ya existía, que habla de esperanza, y que había sido
olvidado.
Paulo no quería pensar en eso ahora. Aun tenia miedo.
_Aquí la energía del alma del mundo giró_ prosiguió Took _, y continuará
girando siempre. Es un lugar de poder.
Recogieron el plástico en el que Paulo había mezclado el cemento, lo pusieron
en el maletero del coche, y fueron al viajo trailer a dejar a Took.
_¡Paulo ¡ _dijo él al despedirse _. Creo que es bueno que sepas un viejo dictado
de la Tradición: «Cuando Dios quiere enloquecer a alguien, satisface todos sus deseos.»
_Puede ser _ repuso Paulo_. Pero valió la pena correr el riesgo.
EPILOGO
Una tarde, un año y medio después de la aparición del ángel, vi que en mi
correspondencia había una carta de los ángeles. Era un lectora brasileña, Rita de Freitas,
felicitando por el Alquimista.
En un impulso, le conteste pidiéndole que fuese hasta el Glorieta Canyon, cerca
de Borrego Springs, a ve si todavía estaba una estatua de Nuestra Señora de la
Apariencia que yo había colocado allí.
Después de echar la carta al correo, pensé; «Que tontería. Esta mujer nunca me
ha visto, no era más que una simple lectora que quiso decirme lagunas palabras
agradables, y jamás hará lo que le he pedido. No va a coger un coche, y conducir seis
horas, simplemente para ver si aún existe esa imagen.».
Poco antes de las Navidades de 1989 recibí una carta de Rita, la cual adopto a
continuación. Decía:
Se dieron algunas «coincidencias» óptimas. Tuve una semana libre en el
trabajo, a causa del Día de Acción de Gracias. Mi novio y yo (Andrea, un músico
italiano) estaba planeando ir a un lugar diferente.
¡Fue entonces cuando llegó tu carta! Y el lugar que me sugeriste quedaba cerca de una
reserva indígena. Decidimos ir.
[...]
Al tercer día fuimos a buscar el Glorieta Canyon, y lo encontramos. Era
justamente el día de Acción de Gracias.
Fue interesante porque íbamos muy despacio, en el coche, y yo no vi nada relativo a la
imagen. Llegamos al final del cañón, paramos y comenzamos a escalar la montaña,
hasta la cima. Todo lo que vimos fueron algunas huellas de coyotes.
Entonces, concluimos que la imagen ya no estaba.
[...]
Cuando volvimos, vimos unas flores en la piedras.
Paramos el coche y nos bajamos, y entonces vimos unas velas pequeñas que habían
sido encendidas, una mariposa de tela dorada, y una cesta de paja al lado. Concluimos
que aquel debía de ser el lugar en el que estaba la santa, pero ya no estaba.
Lo interesante es que yo estoy casi segura de que no había nada de aquello
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