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Orgullo de Yevetha para salir disparado hacia el interior del navio enemigo como un
espectacular proyectil de media tonelada de peso.
Chewbacca y Shoran irrumpieron por la abertura unos momentos después, cada uno
empuñando un desintegrador pesado en cada mano. Los dos wookies se colocaron
espalda contra espalda y eliminaron rápidamente a la media docena de yevethanos que
llegaron a la carrera atraídos por el sonido de la irrupción.
Mientras pasaba por encima de los cuerpos Chewbacca vio que ninguno de los
yevethanos estaba armado.
[Tripulantes], le dijo a Shoran. [Los próximos que encontremos serán soldados.]
Sin dejar de mantener unidas sus espaldas, los wookies fueron a toda prisa por el
pasillo 278 y se dirigieron hacia el bloque de detención número tres.
Lin Prell, jefe de cuidadores de los reproductorios del virrey Nil Spaar, no prestó
ninguna atención a las alarmas que habían empezado a sonar en la consola de vigilancia.
Esas alarmas dependían de asuntos que tenían lugar fuera de su reino, y el receptáculo
que acababa de ser colgado en la alcoba número cinco necesitaba su baño de sangre.
Después de eso, comprobaría la temperatura de todas las alcobas activas, anotaría en
sus registros el crecimiento de los otros receptáculos fertilizados y limpiaría la alcoba
numero siete con una manguera para que estuviera en condiciones de acoger al nuevo
maranas que llegaría un poco más avanzada la noche. Y cuando no pudiera encontrar
más trabajo en aquel reproductorio, había cuatro más que podía inspeccionar. Lin Prell
estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de mantener ocupadas sus manos y su
mente y conseguir que sus pensamientos se mantuvieran alejados del cuchillo de
castración que había sido traído a sus habitaciones aquella mañana, y del ejemplo que se
esperaba que proporcionara a través de él.
Dado su estado de ánimo, Lin Prell casi agradeció la interrupción que supuso el que
dos enormes alimañas de hirsuto pelaje se abrieran paso a través de la pared de la sala
de observación entre una erupción de haces desintegradores y empezaran a destruir las
consolas.
«Habrá mucho trabajo que hacer..., mucho trabajo», pensó mientras corría por el
angosto pasillo hacia la fuente de todo aquel estrépito.
 ¿Qué ocurre? ¿Qué queréis?  preguntó a gritos mientras corría, viendo cómo uno
de los invasores se dirigía hacia el compartimento exterior.
La única respuesta consistió en un horrible gruñido y una segunda salva de disparos
desintegradores que llegó desde el otro lado de la embocadura del pasillo. Lin Prell
reexaminó rápidamente su compromiso de proteger a la progenie de Nil Spaar y después
empezó a retroceder lo más deprisa posible por la pasarela metálica.
Al parecer los monstruos no podían hablar, por lo que Lin Prell no hizo más intentos de
comunicarse con ellos. Cuando una de las criaturas apareció al final del pasillo lanzando
rugidos llenos de furia salvaje, el jefe de cuidadores se metió a toda prisa en la alcoba
vacía más cercana y bloqueó la puerta detrás de él. Mientras se acurrucaba en un rincón
y se disponía a esperar, Lin Prell se consoló con el pensamiento de que tal vez nunca
volvería a ver aquel cuchillo de empuñadura negra.
[¿Dónde están?], rugió Chewbacca. [¿Dónde están los prisioneros? ¿Qué son estas
cosas asquerosas?] Chewbacca alzó el rifle desintegrador y disparó contra el saco de
aspecto carnoso que colgaba de la pared de la celda, produciendo una explosión de pulpa
rojiza. [¡Hermano de honor!], rugió. [¡Háblame para que pueda saber dónde estás!]
No hubo ninguna respuesta, lo que arrancó un amenazador gruñido de frustración a
Chewbacca. Con Shoran cubriéndole la espalda, el enorme wookie avanzó lentamente
por el pasillo, inspeccionando cada celda con una rápida mirada antes de presionar los
gatillos de sus armas.
[Olvídate de esas cosas], le apremió Shoran. [Esto es una especie de invernadero...
Han Solo tiene que estar prisionero en otro lugar. Tenemos que seguir adelante.]
Chewbacca pegó el rostro a los barrotes de la puerta de la celda y contempló al
tembloroso yevethano encogido sobre sí mismo en un rincón. Después le enseñó los
dientes y dejó escapar un ominoso gruñido.
[¡Salgamos de aquí!], insistió Shoran, tirando de Chewbacca para alejarlo de la puerta
de la celda.
Un silencio fantasmagórico seguía envolviendo al Halcón.
Desde las tórrelas artilleras, Lumpawarump y Dryanta podían contar docenas de cazas
que iban y venían por encima del casco del Destructor Estelar en una obvia búsqueda del
intruso..., y que parecían ser inexplicablemente incapaces de localizarlo. Un caza había
pasado a sólo setenta metros de la nave, deslizándose tan cerca de ella que Dryanta
pudo ver el rostro del piloto, tan cerca que Lumpawarump tuvo que hacer un considerable [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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